
Entrar a Teherán después de muchísimas horas de vuelo desde Bogotá, al amanecer de un viernes (que es como nuestros domingos en el mundo musulmán) trae una fuerte sensación de mezcla entre familiaridad y lejanía. Todo es muy distinto (el aeropuerto queda en un desierto, se percibe todo muy remoto) pero a la vez muy familiar para los bogotanos: una ciudad enorme, muy contaminada, con cerros a un solo lado y el aeropuerto en el extremo opuesto. La disposición de barrios tiene también fuertes analogías: los barrios más ricos están junto a los cerros, y a medida que se aleja uno de esa zona la ciudad se puebla de casas bajas, bodegas, callejones y avenidas inmensas, un poco como buena parte del occidente de Bogotá.
En noviembre de 2015 tuve la oportunidad de ir por tres semanas a dar un minicurso en el IPM en Teherán y luego unas conferencias ahí mismo y en Isfahán. El Instituto de Estudios Avanzados en Matemática y Física Teórica, el famoso IPM, queda en un antiguo palacio imperial, en una zona rica de la ciudad, junto a las lomas. Un “Rosales” de Teherán, hasta cierto punto.
Algo que vi en buena parte de la ciudad, algo cada vez más relevante a nuestra Bogotá desarborizada, fue la cantidad de árboles urbanos. Aunque está rodeada de desierto (y montañas peladas), la ciudad sí que está repleta de árboles. Para el bogotano que soy era doloroso ver de manera tan directa el tiempo que hemos perdido en Bogotá al no arborizarla masivamente.
Teherán es en buena parte un jardín urbano inmenso (aunque en medio de un desierto). Bogotá es en buena medida un peladero, un lugar sin árboles (aunque estemos rodeados de cerros con muchos árboles y de verde al salir). Ambas ciudades tienen problemas muy graves de contaminación, pero Teherán al menos parece haber tenido alcaldes respetuosos del medio ambiente.
El parque Jamshidi, cerca al Instituto. El respeto por los árboles, frente a algún edificio. Podemos imaginar esta calle sin los árboles. Sería como fea. Los árboles la salvan. Otro andén típico en Teherán. Agua fresca que baja del Alborz, junto al andén. Árboles, varios, multiformes. Andén típico de Teherán. Andén: árboles grandes (los respetan) y agua que baja de la montaña. La densidad de ramas en barrios residenciales. Alguna calle residencial. Los “cerros de Teherán” (el Alborz), desde un parque inmenso (no recuerdo el nombre). Algún andén cualquiera en una zona comercial de Teherán La altura de los árboles le confiere una atmósfera muy peculiar a estas calles. Muchas avenidas de Teherán lucen con este tipo de andenes
Qué belleza de árboles, sueño con una Bogotá diez veces más y mejor arborizada.
Totalmente. Diez veces más (y mejor) arborizada. Lo de Teherán fue una bella sorpresa (sobre todo en medio del desierto gigante de esa zona).