Tres películas muy distintas. Un tema.

El tema es (obviamente) el tema de hoy: la inmigración. Las fronteras y la noción de cruzarlas (o no) legal o “ilegal”-mente. La zona del medio, el no-man’s land (que ahora se podría llamar no-land’s man, o nowhere man, o algo que marque la situación de gente que no logra tener el estatus oficial de refugiado, que los haría partícipes de algo, y no son ciudadanos de ningún lugar).

Las tres películas son (en la superficie) totalmente distintas. La primera es el documental Human Flow del artista chino Ai Wei Wei. La segunda es el drama alemán (dirigido por Fatih Akin; alemán hijo de turcos) Aus dem Nichts. Y la tercera es una comedia ligera llamada Madame; una de esas comedias gringoides parisinas.

María Clara al regresar caminando después de la tercera película me hizo caer en cuenta de los parecidos entre las tres.

A primera vista nada que ver las unas con las otras. Un documental (con la mano de un artista contemporáneo, famoso por sus instalaciones gigantes y sus múltiples luchas con las autoridades; también famoso por mover muchos medios y provenir de una familia riquísima que le ha financiado parte de sus obras), un drama (dirigido con el toque brutal, sin contemplaciones, sin suavidades, muy alemán y a la vez con una mirada externa muy acerada) y una comedia ligera (con Rossy de Palma y Harvey Keitel como actores principales; una comedia de ricachones gringos en París).

Pero el tema en las tres en el fondo es el ser migrante. Ai Weiwei usa medios fantásticos para mostrar los campos gigantes de Europa, de Turquía, de Líbano, de Gaza, de Eritrea – donde millones de personas están en ese estado de no land’s man tan brutal – algunos por generaciones enteras. Se involucra, habla con algunos – o bien hace planos gigantes que se van acercando lentamente hasta la bajada al mundo real. Fatih Akin muestra el racismo inherente y estructural del sistema legal de Alemania, a través de una historia donde un asesinato (bombazo) cometido por unos nazis genera toda una serie de acusaciones mal dirigidas, dudas a lo “diferente” (lo turco, la mujer), malicia de la policía cuando sin investigar decreta que el atentado “debió ser una pelea entre bandas rivales turcas, o albanesas o kurdas o de algún país de esos”… y solo cuando la evidencia del origen nazi de los ataques se vuelve ineludible lleva las cosas a proceso… Y en Madame, en medio de la ligereza (atenuada por la actuación de Rossy de Palma) de una película que casi sería olvidable, hay frases muy dicientes. Por ejemplo, cuando está el problema de hacer que una de las criadas se siente en la mesa de una cena con gente muy “elegante y fina” – el joven alcalde de Londres y su esposo, coleccionistas de arte franceses, etc. – surge el tema de si la criada filipina puede ser. La Madame hace cara de asombro y dice “nobody invites a Philipino maid to this kind of dinner”. La frase dicha así, casualmente, queda flotando. Y así con muchas otras. Terminan incluyendo a la criada española porque de alguna manera España puede ser dentro de su tercermundismo (y la percepción nórdica de Spain is different, acentuada recientemente por la propia España en su neo-autoritarismo) un país con reyes “de verdad” y gente que aunque un poco rara aún podría estar en esa mesa gringo-inglesa-parisina.


Una noticia del Guardian invitaba a los europeos a mirar el ejemplo de varios países africanos (Uganda, Kenia) en la manera como lidian con sus inmigrantes. Decían que alguno de esos países lograban de hecho incorporar a muchos migrantes en toda clase de actividades – cosa que los europeos en este momento no tienen ni idea de cómo hacer.


Y de alguna manera, tras Ai Wei Wei, tras Fatih Akin y tras la ligereza de Madame, está el tema: ¿por qué pueden lidiar (a regañadientes, y finalmente no les funciona) con la migrante española pobre, pero no con la filipina? ¿Por qué Europa le paga tanto a Turquía para que se quede con los migrantes que llegan desde lugares tan lejanos como Afganistán – además de la vecina Siria – y le ofrece a los turcos poder entrar sin visa a Europa como parte de pago? ¿Por qué México procesaba tan duro las visas de colombianos y nos trata a veces con tanta desconfianza? De hecho – ¿por qué en México separan los vuelos que llegan de Suramérica de los que llegan de Norteamérica y Europa, en filas de migración distintas?

Ver la película de Ai Wei Wei es duro. Ver que hay millones de personas sin ningún tipo de protección – no son “ciudadanos” de ninguna parte y están ahí a la deriva (o mucho más a la deriva que los demás). Ver a Fatih Akin y sentir la frustración y la rabia de una mujer que entiende que Alemania es racista en su estructura, más allá de la existencia de esos nazis. Ver Madame y ver cómo construyen un humor sobre la mediocridad de la burguesía yéndose a pique (el Caravaggio que se ve a leguas falso, el mal gusto francés o franco-gringo, y finalmente el desprecio brutal de un ricachón inglés por todo lo que se salga de su esquema).


Vale la pena ver esa última película por la cara hermosísima de Rossy de Palma en las escenas finales. Ella de alguna manera salva todo y permite seguir soñando.


Agregado después: abro la página del Guardian y me encuentro con una noticia “Migrant children and families now face indefinite detention by US“. No puedo ni leerla completa. Es de lo más deprimente que hay hoy en día. Y esta otra de ayer en el Telegraph: “Up to 100 migrants, including babies, feared dead after boat sinks off the coast of Libya“. Esta última parece que era un barco que Italia no dejó amarrar a ninguno de sus puertos.

En 1906 el barco Sirio repleto de migrantes italianos que venían camino a América se hundió al frente de Cartagena (España). Hay canciones muy tristes (y muy bellas) que cuentan ese naufragio:

(Me aterra pensar que ahora hay barcos devueltos de las costas italianas; que uno de estos se hundió.)

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  • Me conmovió la historia del hijo mestizo de Glass en la película El Renacido (Revenant). Di Caprio es Glass, y tiene un hijo mestizo, moreno, con quien habla en un idioma indígena (no recuerdo el nombre). Como es tan poco común ver mestizaje en Norteamérica y tan común aquí en Suramérica (al menos en los altiplanos andinos), logré sentir simpatía/empatía con el hijo mestizo (vilipendiado por el texano). Hace falta ese tipo de mezcla racial en Norteamérica.
  • Haciendo muchas pruebas de impresión para Project Topoi. Habrá en la proyección en Nueva York también bastante material impreso. Estamos emocionadísimos con eso.
  • Me parece extraño siempre que terminan de hacer un edificio nuevo, se pasa la gente y durante un tiempo no tienen cortinas. Yo mismo cierro poco las cortinas de mi estudio. Termina uno viendo mucha vida de la gente, aún sin buscarlo explícitamente. Levanta uno la vista de la pantalla y ahí está el vecino del frente levantándose de la cama o la vecina en la cocina del mismo apartamento preparando algo – aparentemente. Uno no mira mucho, pero algo mira. Ellos me verán en el estudio escribiendo algo, o leyendo, o por la mañana preparando jugo. Nunca de manera muy explícita. Quién sabe cuánto más duren sin cortinas.
  • Varios días seguidos escuché las Siete Palabras de Haydn, en versión cuarteto y en versión para piano. Mucha gente muy distinta le ha puesto atención a esa obra extraña. Es una singularidad pura.
  • Leo con fruición algunos blogs. El de Javier, obviamente, con su estilo depurado y aparentemente minimal. En realidad es un proyecto maximal e inmenso. El de Arturo, que escribe cada vez mejor, y me deja sin aliento. Su relación con la matemática – de cuando no quiere uno sino pensar en matemática y mandar al diablo el resto – me es conocida. La matemática la percibo a veces casi como una adicción (no soy adicto, afortunadamente [creo], a sustancias, salvo tal vez al café – pero sí he sido adicto al sauna en Finlandia, al baño en agua fría en quebradas y ríos, a correr intervalos, a ciertas series). Con la matemática la sensación a veces es parecida. Uno no quiere dejar de pensar en ciertos temas. Me ha pasado mucho también recientemente.
  • Quiero sacar al piano alguna pieza de Haydn. Suficientemente fácil para que la pueda tocar yo, pero quiero que tenga algo interesante, como esas que tanto me gustan y llegan.
  • El episodio 7 de temporada 4 de HoC me gustó mucho. El resto no tanto. Es gris ese mundo.
  • En realidad he leído poco en esta época. He leído eso sí bastante matemática y me he dedicado a escribir.
  • Organizar cosas es importante pero es costoso emocionalmente.
  • Hace diez años no voy a California. Será interesante volver (visitaré UCLA durante unos días). Le tengo un poco de miedo a Los Ángeles. Pero varios me dicen que es una ciudad interesantísima. En cambio ir a Nueva York se siente familiar, cercano, cozy.
  • Lo que sí es cierto es que UCLA es como un sueño de lugar por el tipo de matemática que se hace. Ya veremos qué tal.

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Kentridge – apuntes, encuentros.

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  • Kentridge y los encuentros. Por alguna razón exposiciones como la de Kentridge en la Luis Ángel Arango la semana pasada requieren multiplicidad para ser vistas bien. Hay tanto material, tanto cambio, tanta información cruzada que uno puede realmente ir mucho más hondo, mucho más lejos al encontrarse con gente y ver detalles que uno solo puede fácilmente pasar por alto.OLYMPUS DIGITAL CAMERA
  • Agua azul que lo inunda todo. Zaniar dice que es depresión por pérdida. También podría ser locura inundándolo todo. Brutal. Hay que ver la película – las fotos no logran capturar la sensación del azul dibujado que va llenándolo todo.OLYMPUS DIGITAL CAMERA OLYMPUS DIGITAL CAMERA
  • Sombras chinescas, la cafetera que se vuelve un personaje muy femenino, las tijeras otro personaje. Animado todo.
  • Pájaros y gatos. El vuelo. El dibujo borrado, fotografiado, reborrado, recubierto. Recubrimientos sobre recubrimientos, como en una construcción topológico-algebraica iterada – levantamientos, productos cuña, suspensiones.
  • De manera directa, geometrías deformadas y sus representaciones posibles, una de las cuales es de nuevo euclídea – a través del faneroscopio. El círculo rojo descuadernado, que se recompone en un círculo perfecto desde más lejos. La infaltable “selfie” en el espejo deformante. Los lentes que permiten ver en tres dimensiones al acercar los ojos.
  • Negro y azul y a veces rojo. Como un tablero matemático con marcadores limitados.
  • Kentridge compara a Johannesburgo con París en uno de sus títulos. La Johannesburgo que pinta se ve terrible, industrial, horrible… y adquiere una belleza extraña en sus animaciones.
  • Otro punto incapturable mediante fotos: la sensación perenne con Kentridge de estar hablando de Suráfrica. El tema del apartheid es abordado de maneras fuertes y dolorosas en sus animaciones, pero las fotos lo capturan muy poco – hay que ir a verlas.
  • Aparecieron de repente amigos (Mónica y Felipe, con sus dos hijos) en plena sala de Méliès. Con ellos siempre terminamos hablando de espacios, de materiales, de educación, de lugares, de espacios, de materiales, de educación… Ver a Kentridge con ellos es hacer énfasis en lo lúdico de Méliès, en las posibilidades inmensas de esas animaciones. Como tienen dos hijos y van con ellos a la exposición el momento es particularmente especial, tal vez por la fuerza de evocación de esas animaciones.
  • (Re-)aparece la escalera del sueño, esta vez en una de las animaciones, con Kentridge ahí subiendo. Lo leo como un guiño a la obra de Alejandro.OLYMPUS DIGITAL CAMERA
  • Aparece Antanas al final de nuestra visita. Lo saludamos un poco tímidamente. Se muestra amabilísimo, pregunta por familiares, y luego nos cuenta por qué le gusta tanto la obra de Kentridge, por qué lo inspira tanto. Vamos dejando la timidez, y se revela su agudísima malicia, la mente rapidísima del filósofo/artista que ha inspirado a tanta gente en tantos lugares, el personaje que hace conexiones y sorprende. Es el cierre de nuestra visita a Kentridge un domingo muy bogotano.OLYMPUS DIGITAL CAMERA OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Starling’s “Black Drop” – common roots of films and astronomic imaging.

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Until Wednesday 5 February, Simon Starling’s movie Black Drop will be available to watch for free on vdrome (the link will probably continue to work but will lead to different movies after that date).

Starling filmed in 2012, in 35 mm film, the transit of Venus – as he says, “probably the last time this phenomenon will ever be recorded in film”. Next transit of Venus will happen in more than a century from now.

The movie is startling – it explores the common roots of cinematography and astronomic imaging – especially through the device invented by French astronomer Pierre Janssen around the time of the 1874 transit of Venus – the “astronomic revolver” – way before the Lyon experiments.

Apparently, no remnants of Janssen’s plates of the transit of Venus remain. But here is a plate with Janssen himself, as photographed (filmed?) by one of the members of his team.

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Saturday in Coyoacán: Late afternoon walk.

Mexico City means lists to me. Lists of books I find at bookstores (both new books and old books), lists of streets, lists of movies I find on the street, even lists of trees in the many parks and wooded alleys, lists of ills of the city as described by some of its denizens, lists of wonders as described by Humboldt among many others, lists of portents as in the books by the many writers named Carlos (Monsiváis, Fuentes being the most prominent).

A short walk from here to Coyoacán yesterday ended with a list of movies purchased on the sidewalk (Werner Herzog’s White DiamondCave of Forgotten Dreams, Fata Morgana, También los enanos empezaron pequeños and Aguirre, der zorn Gottes, Liany Lunson’s Leonard Cohen, I’m Your Man, Béla Tarr’s Damnation, Kanato Shindo’s Kuroneko, Eliseo Subiela’s El lado oscuro del corazón, Antonioni+Soderbergh+Wong Kar Wai’s Eros, Ulrich Seidl’s Paradise: Love, all of David Lynch’s short films, Margarethe von Trotta’s Hannah Arendt, Peter Schamoni’s Max Ernst, Abbas Kiarostami’s Certified Copy, Denys Arcand’s L’Âge des ténèbres, Roman Polanski’s Nóz w wodzie, The Brothers Quay’s collection.

All of these just picking randomly for five minutes in a sidewalk – Mexico City’s porosity, etaleness and sheer saturation requires perhaps these lists.

Here is what happens along Tecoyotitla Street:

Il y a une phrase très, très belle…

(Escena del film Le petit soldat de Jean-Luc Godard [1960] – los dos actores principales Michel Subor y Anna Karina están en una habitación y habla él – un monólogo fabuloso y completamente actual cincuenta años después; el juego de miradas, las manos de Anna Karina, sus ojos – todo es un placer visual inmenso.)

Una frase interesante (casi una declaración/manifiesto) que incluye Godard en esta película es esta: “La photographie c’est la vérité. Et le cinéma c’est vingt-quatre fois la vérité par seconde.”

Es una de las películas más impresionantes que hemos visto recientemente con María Clara.

Fragmentos del DF


Esto es solo la mitad de las que traje. La Ciudad de México me hace la vida imposible, con su multitud de películas exhibidas casi indecentemente en todas partes: desde las piratas (pero de buena calidad) a la salida del metro, pasando por las del mercado de la Ciudadela o de San Juan, hasta las de la Cineteca y las de la Cafebrería El Péndulo o las librerías del Fondo de Cultura Económica. Los precios (en las legales, en la Librería del FCE) arrancan en 50 pesos (4 dólares). Godard entero, series de Kieslowski, cine de los años 30 y 40, Sokurov, todo Bergman, películas de Woody Allen que nunca había visto.

Caminar por la Ciudad de México puede sentirse como un atentado: me demoro el doble de lo normal en llegar a cualquier parte, porque en la calle, en cualquier librería de viejo, o en las librerías del Fondo me encuentro con películas buenas y muchas muy baratas. La limitación es el peso en la maleta.

No sé por qué me emociona tanto Barry Lyndon. Seguramente es la música – los acordes de sarabanda repetidos, insistentes, lentos y a la vez galopantes. O la textura visual: cuadros que fluctúan entre representaciones post-isabelinas hasta romanticismo inicial – salidas a Gainsborough incluídas. O los Embajadores de Holbein, como me decía María Clara en la escena de la búsqueda de su hijastro a Barry para un duelo, con los personajes como congelados, en un café. O el mundo barroco lleno de convoluciones en las que navega ese personaje – a la vez despreciable y entrañable: un escalador social brutal enfrentado él solo a un mundo supremamente rígido de la Europa anterior a las revoluciones.

Kubrick logra que uno se sienta un poco como si fuera Barry Lyndon – como ese joven supremamente ingenuo que sale un día a tragarse el mundo para que el mundo no se lo trague, que se va (de la manera más torpe posible) de su pobreza irlandesa a luchar (literalmente) en Europa y luego se las tiene que apañar varias veces para salir de apuros, de convenciones, de traiciones, de tontería del mundo.

Luego se hunde Barry – y uno puede llegar a odiarlo por varias de las cosas que hace. Y uno nunca entiende cómo pudo querer tanto a Barry, y alegrarse tanto por sus salidas, sus soluciones casi desesperadas.

Barry Lyndon es una de esas películas en las que el corazón de verdad llora durante tres horas, sin que el dramatismo lo lleve a uno nunca a sacar lágrimas – el ritmo de la película logra simular de una manera inverosímil (uncanny) el paso del tiempo. Lento y a la vez brutal. Cada error, cada ingenuidad, cada jugada descuidada de Barry la paga, la paga durísimo como sucede en la vida real.

Desde 1993 no había vuelto a ver esta película, pero este año desde que la conseguí de nuevo la he vuelto a ver varias veces. Ahora la vimos con María Clara – yo tenía que hacer 50 mil cosas, pero no me podía, literalmente, despegar de esos cuadros, de esos pliegues, de esos acordes de sarabanda. Tiene algo que a mí me hipnotiza, casi, esa película.

Ahora tendré que verla en pantalla grande de verdad.

escritores fílmicos

Entre los escritores con ritmo cinematográfico hay que poner a Irène Némirovsky. Su Film parlé es exactamente lo que dice el título: una película hablada. Es una nouvelle (ese género intermedio entre el cuento y la novela, que en francés no es ni conte ni roman) agilísima sobre una prostituta (Éliane) y su hija (Anne) – Anne ha vivido hasta ahora con una tía que la maltrata, y va a buscar a su madre en París. La madre está en ese punto terrible de la vida en que empieza a perder el control de todo, y no quiere que su hija Anne siga esa misma vida. Pero Anne tiene toda la energía de la primera juventud, y Éliane no puede trancarla. Éliane ve venir todo, entiende todo, pero no puede trancar nada. Anne no entiende nada, pero tiene toda la energía del mundo. Pasan muchas cosas – pero lo que más me queda de esa nouvelle es el ritmo, hecho de clips muy ágiles, de viñetas cortadas, de fragmentos y sobre todo de luz: de cámara enfocando, de luz azul o blanca, de sombras en la noche.

¿Cuál es su escritor fílmico preferido?

Shutter Island

La verdad, después de oir cómo contaba Olguita el domingo pasado que Alejo ha repetido esa película por lo menos diez veces ya, quedamos con muchas ganas de verla. Llegamos en cierto sentido “predispuestos” positivamente. Y la película sostiene y se merece todos los elogios posibles. Tal vez muy cine-arte-cine-sobre-el-cine, dirán algunos. Pero qué película, qué escenas tan cuajadas. Cómo entrega (y se entrega) Scorsese – y cómo extrae algo increíble de Di Caprio y de Kingsley.

Esa escena en el Pabellón C, con las escaleras metálicas de rejas y las manos de los locos saliendo y atrapando al personaje, es puro Hades – es una escena que hemos leído mil y mil veces desde la Odisea, que hemos visto en cine 800 veces, y que yo jamás me cansaré de volver a ver. Estaba asfixiado y a la vez embelesado.

La superposición de escenas vistas, Di Caprio “editando y reeditando” constantemente su propia vida, es algo que termina tocándolo a uno muy de cerca – a todos nosotros de twitter, blogs, artículos, obras, que nos la pasamos editándonos y reeditándonos a nosotros mismos – parodiando ideas previas de uno mismo, a veces destruyendo imágenes construidas por otros de ese uno mismo que supuestamente está ahí. Solo que Di Caprio lleva más lejos, mucho más lejos, todo ese proceso.

Quedé con muchas ganas de volverla a ver, de pronto hasta diez veces 🙂

a shmok, a shlemiel… a mentsh?

Como un golpe en la quijada me dio A Serious Man de los hermanos Coen. No lo esperaba. Ese inicio en yiddish, con el dybbuk y la nevada entre Lublin y Cracovia hace siglos, y luego esa historia, esa especie de fábula rabínica en algún condado de las afueras de Minneapolis hacia 1968, que lo atrapa a uno y le saca todo el aire. Los Coen sí que lograron dejarme lleno de pavor con esa película.

Claro, los personajes femeninos son caricaturescos (la esposa es una medio loca histérica, la hija va rapidito por el mismo camino, las demás son secretarias o amantes): la película es masculina desde lo más profundo, como una discusión entre rabinos ortodoxos. Los personajes complejos son el hombre serio (maravilloso Michael Stuhlbarg, con su papel de profesor de algo que parece física y siempre ha hecho todo de manera correcta pero no parece morir por nada ni mucho menos entender de verdad lo que enseña), su hermano (bellísimo retrato de un personaje oscuro, ese tío perdido Cardoso que aparece en toda familia de origen sefardí), su hijo (un shlemiel completo, un tontarrón del colegio que parece por alguna razón misteriosa asentir y entender a fondo todo el misterio que su padre correcto ya no logra asir), los múltiples rabinos.

Y las preguntas. El hombre serio es tan serio, tan juicioso, tan profesor-universitario-clase-media-a-punto-de-lograr-tenure que ante la injusticia brutal que le cae encima ni siquiera se puede plantar como Job ante Dios, ni siquiera se atreve a dar la pelea. Está literalmente (como todos nosotros hombres a esta edad) atrapado (por quién no se sabe bien, algunos rabinos dirán que Dios, otros le dirán que las cuentas, la hipoteca, el terror a enfermarse, la incomunicación con toda su familia, el hermano odiable/adorable, sus colegas que le prometen/amenazan que va a tener/no tener el tenure, etc. etc. etc.), bien atrapado de manera canalla (testículos atenazados / inmovilidad total) por esa vida que él pensaba llevar bien, seria y responsablemente. Pocas veces como en A Serious Man he sentido tan a fondo la distancia tan inverosímil entre lo (poco) que puede lograr nuestra (enorme) responsabilidad y lo (mucho) que puede lograr el infame mundo.

La escena de la bar-mitzvah del hijo es brutalmente bella (y dura). No puedo contar por qué, simplemente hay que verla para comprender el susto que capturan del momento de la entrada en la tribu, la nación de Israel, el peso que puede tener para un casi-mocoso ese tránsito.

El tablero del profesor aterrado (y el libro/objeto mágico que está escribiendo su hermano loco) son algunas de las metáforas visuales más líricas que he visto en cine. Ese tablero me asusta (y me da envidia, yo profesor acostumbrado a nuestros infames tableros de 1 m por 4 m y los horrendos marcadores). ¡Increíble dar una clase con un tablero de 10 m por 6 m… poder escribir con tiza de verdad y llenar eso! (Claro, nuestro hombre serio se ve aterrorizado y crucificado ahí en medio de su tablero mágico.) Y el libro del hermano fracasado parece sacado directamente de los rabinos mágicos de Praga.

Avatar

alemartin escribe (muchas) cosas (muy) interesantes sobre Avatar:

Es interesante cuando una película es un fenómeno como Avatar, como lo fue Titanic. Una película que rompe records de taquilla. Y además una buena parte de la crítica la apoya. No sucedió lo mismo con Transformers, y muy poco con las de Emmerich (El día de la Independencia, 2012, etc), aunque esas también merecerían ser pensadas.

… (post largo y jugoso): http://alemartin.tumblr.com/post/350945156/avatar