Parece que por fin…

Screenshot from 2014-05-30 00:21:53Ahora sí, con dos meses de retraso, anunciaron el inicio (este sábado 31 de mayo) de la ruta M86-K86, del Aeropuerto Eldorado a la Séptima con 116 vía el Museo Nacional, en buses híbridos eléctricos-diesel. Esos buses empezaron a rodar hace ya un mes largo (en la ruta M80), y de verdad son otra cosa:

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He usado bastante el M80 para moverme entre la zona del Museo Nacional (la entrada al centro – a veces si voy hacia Las Aguas prefiero llegar a Museo Nacional y caminar) y Chapinero. También para ir al Surtifruver de la 76 con 11 o a Arigato desde Chapinero, o para ir de noche hacia la zona del Centro Andino. Casi siempre es buena experiencia. Parece casi increíble que algo así no existiera antes.

Este nuevo pasa por la Universidad Nacional (se saltan la estación Ciudad Universitaria en la 26, no sé bien por qué, pero para en la estación Corferias, que es muy cercana) y muy cerca de aquí, en la Calle 61 o la 67 con Séptima. El recorrido para poco: una sola vez entre la Universidad y el Museo Nacional, y luego tres paradas más hasta Chapinero.

Aquí hay muchos más detalles de la ruta M86-K86 (paradas, horarios). Se supone que al principio pasará con frecuencia de seis minutos.

Para vuelos cortos, cuando uno no lleva maleta grande, este sistema parece ya mil veces mejor que el taxi como manera de ir al aeropuerto. Este sábado arrancará – espero realmente usarlo (cuando no lleve bicicleta) para ir a la Universidad.

De noche, a bordo de un M80 por la Séptima (la foto la tomé un poco rápido, y con el bus en movimiento).
Viernes, 7 de la noche, a bordo de un M80 por la Séptima (la foto la tomé un poco rápido, y con el bus en movimiento).

ojalá…

1402-buseshibridosPara mí esta ruta sería fantástica. Se supone que la inaugurarán a finales de marzo. Si puedo coger ese bus en la Séptima con 61, y con solo dos paradas intermedias (Bosque Calderón y Museo Nacional) estar en la estación Corferias, creo que puede ser un viaje muy razonable hasta la Universidad. De la estación Corferias uno puede entrar al campus por el ICTA – es la misma distancia a Matemáticas que si entra uno por la Calle 26.

Además esos buses híbridos, con puerta a la izquierda para los pedazos de estaciones de Transmilenio y puertas a la derecha para la Carrera Séptima son realmente simpáticos.hibrido

Hasta ahora los he usado entre Calle 76 y San Diego – sobre todo entre Calle 61 y Museo Nacional. El recorrido toma entre 10 y 15 minutos – toca ir por el tráfico de la Séptima. Pero el hecho de tener los paraderos fijos hace una diferencia increíble.

Hasta ahora la ruta más similar a esta es la B23-J23. La he cogido solo una vez, yendo de la Universidad hacia Chapinero. Estaba en el après-séminaire en el café simpático de la lateral de la 26 con Zaniar, Alex, Joon y Pedro – tomando cervezas para procesar los resultados de Lascar, Tent y Ziegler – y tenía que ir hacia donde mi hermana, pocas cuadras al norte de aquí, en Chapinero Alto. Cogí el B23 en la estación de la Universidad sobre la 26 – paró solamente en Centro Memoria, en la 45 y en la 57 con Caracas. Allá me bajé, después de meros 12 minutos de recorrido, y cogí un taxi hasta donde mi hermana. Si hubiera cogido el taxi desde la Universidad me habría demorado, a las 7 de la noche, mucho más.

Pero esta ruta Calle 26 y Carrera 7 promete. Ahora solo falta que los buses sean híbridos (eléctricos/combustible), como prometen. Ojalá.

la querida séptima

OLYMPUS DIGITAL CAMERAParece increíble que Bogotá haya cambiado tanto – que la Caracas, la Décima, la Calle 80, la Calle 26, las Américas, la Avenida Suba, etc. estén con andenes bien hechos (después de tantas décadas de descuido) y tengan mal que bien transporte decente… y la Séptima, que queremos tanto, que tuvo nuestra primera ciclovía, que era la Calle Real de antaño y su continuación, y que de alguna manera es lo más cercano que hay a una avenida emblemática que atraviesa buena parte de la ciudad – y sobre la cual se han vivido hitos históricos (asesinato de Gaitán, grandes marchas de estudiantes durante tantas décadas, la salida y entrada principal hacia la Plaza de Bolívar), la calle que pasa por San Francisco, la que tenía el tranvía legendario, la calle que mi abuela siempre mencionaba “aquí era el Florián, allá nos llevaba su abuelo con su papá chiquito a tomar té cuando salía del consultorio, aquí vi a Olaya Herrera caminando triunfal cuando por fin se cayeron los godos”… esa Séptima que es nuestra Insurgentes, nuestro Paseo de la Castellana, nuestra Diagonal, nuestra Via del Corso,OLYMPUS DIGITAL CAMERA nuestro Broadway… estuviera (como aún está) presa del humo de operadores privados. Nuestro gran paseo público está privatizado, en manos de los choferes de busetas y los terribles empresarios de esos pulpos del transporte. El que debería ser el gran paseo de Bogotá, limpio, para todo el mundo, para vivir la historia, para recordar a Gaitán y a Olaya Herrera y a los Comuneros y a los estudiantes caídos – estaba (como los vendedores en el campus, como todo lo público) en manos privadas que sólo veían por sus intereses mezquinos.

Por eso me entusiasmé tanto con el primer asomo (aún tímido) de Transmilenio Dual en la Séptima. Aún falta mucho, seguramente: sacar las busetas que siguen trancando y tomándose para sus fines privados el espacio público. Mejorar las rutas nuevas: que lleguen más lejos, que conecten con otras partes de la ciudad. Pero es un alivio enorme tener planos decentes del trozo de ciudad en los paraderos, buses que parecen públicos de verdad, limpios, y razonables.

La estación del Museo Nacional también hace que la zona poco a poco se vuelva más amable. Aún hay demasiado tráfico – demasiados buses-chimenea. Sin embargo, espero vivamente que este nuevo Transmilenio Dual sea el inicio de un buen cambio, de una retoma de nuestro espacio público. Faltan: más bicicletas y ciclo-rutas – tal vez un tranvía en algunos trozos, más verde, más árboles.

El tiempo no es malo: de Museo Nacional a Calle 61 me demoré 10 minutos un jueves a la 1 de la tarde. Sin carril dedicado – si fuera con carril dedicado tal vez se reduciría ese tiempo a 6 o 7 minutos.

Bogotá, 10 am, sábado 9 de noviembre de 2013.

Halim Badawi, sobre Transmilenio

Dice Halim Badawi en Facebook lo siguiente (creo que sintetiza bien el problema, en este duro 9 de marzo de vandalismo):

“Creo que uno de los factores más importantes para mejorar TM es cumplir los pactos acordados históricamente, terminar las obras inconclusas y herir de muerte a la corrupción. Creo que el POT establecía que, para el año 2010, todo el sistema de Transmilenio debía estar terminado, incluyendo troncales como la 68, la Boyacá, etc. Lo cierto es que estamos en 2012 y no se ha terminado ni la mitad del sistema planeado inicialmente (por falta de continuidad en el proyecto político, exceso de obras, líderes mesiánicos, corrupción, etc.). También, creo que TM tiene que reestructurarse a varios niveles (la relación público/privado, costos de transporte, etc.) y dejarse contaminar por otros modos de transporte que no son excluyentes (el Metro, el tranvía en algunas zonas, teleférico en el sur, un mejor sistema de buses, trenes de cercanías, mejores vías, etc.). Lo que sucede con Transmilenio, es que se convirtió en una dictadura excluyente, que no permite su articulación con otros sistemas de transporte. Esto es grave.”

A biking revolution? I wish it were true. In any case, I was surprised by the coincidence of two articles discussing this issue, both of today: Revolución ciclista in El País, and En bicicleta, a diario in Semana.

Beyond the splendor of the situation in cities such as Copenhagen, where bicycling finally seems to have become the main and in many ways the best way of moving around, or even beyond the coincidence of being highly ranked in terms of living standard and using bicycles profusely (Helsinki is number one, followed by Munich, Copenhagen, Zürich, in one of those rankings I take with a grain of salt), what attracted my attention is the situation in much more problematic cities:

“Sin embargo, no es allí donde está la revolución, sino en Barcelona, Nueva York, Bogotá, París, Londres, Lyon, San Francisco, Sevilla, Lima, Berlín, Tokio y cientos de ciudades más que se unen a la ola ciclista pese a no tener una gran tradición” (“however, that’s not where the revolution is happening, but in Barcelona, New York, Bogotá, Paris, London, Lyon, San Francisco, Seville, Lima, Berlin, Tokyo and hundreds of other cities that are joining the cycing wave in spite of not having a long tradition) says Borja Echevarría of El País.

I half concur.

Being myself (very timidly, compared to the brave people, like the guards of our building, who work in Chapinero Alto and go every freezing morning, every evening, from Engativá, from Bosa, to our part of town – 15 km each direction, through the big city) a small part of what’s described in the article, I am completely biased for bicycling.

This last semester, my preferred, my most exhilarating, my most beautiful, way of going to teach at the University, was by bicycle. It usually took me some 20 minutes, from the door of my place to the door of the classroom. By car, with luck, it takes 15 minutes. Without luck, 30 minutes or more. By bus, not less than 30 minutes. By taxi, with the portion of walking from the entrance to the campus, perhaps 25 minutes. So, the bicycle practically beats all other options. And 80 or 90% or the route is actually quite beautiful and quiet – just a couple of very dense avenues with traffic jams, but I manage to avoid them almost completely.

I felt a better connection to my students when I arrived (like so many of them) with my helmet to the classroom, with my heart pumping a little faster from exertion. I believe (I may be completely wrong here) that my classes were better those days.

I wish Bogotá (now that we’ll have a new mayor and will have the right to hope to breathe again as a city, after years of urban disaster) will understand what’s at play here.

México y la bicicleta

Ciudad de México va por buen camino (Eco-Bici, que es como el sistema de bicicletas de Barcelona; más líneas de metro, líneas de Metrobús (el transmilenio de México) hechas rápidamente y sin tumbar los árboles). Al ver eso, no puede evitar uno sentir dolor por la Bogotá de 2010 (donde tumban tanto árbol, no terminan las obras y no se ve que haya voluntad de mejorar las cosas). Lo triste es que hace ocho, diez años, la ciudad con iniciativas creativas e interesantes era Bogotá, no México. Aterra lo rápido que se perdió eso…

(via

thisbigcity:

Following successful cycle hire schemes in cities all over the world, Mexico City launched Eco-Bici. As this third most populated city on the planet, where 80% of all journeys are made on public transport, Mexico City is the ideal venue for a cycle hire scheme.

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)