un país misterioso (para mí)

Ecuador resultó siendo un país repleto de misterios para mí, para nosotros, en este viaje de caminatas a volcanes y visitas a dos ciudades (Quito y Cuenca) y varios pueblos. El misterio está en la mezcla entre familiaridad dada por tanta historia compartida: misma bandera, misma cordillera, misma base culinaria, etc. – y a la vez tantas diferencias inmensas:

  • Las ciudades ecuatorianas que vimos se sienten tranquilísimas, no solo (obviamente) comparadas con Bogotá, sino comparadas con ciudades colombianas de su mismo tamaño. Quito, por ejemplo, es más o menos del tamaño de Medellín, pero Medellín se siente desordenada urbanísticamente, con un centro vuelto nada y paupérrimo – Quito sorprende por su limpieza y organización y calma. Al principio me sentía más en Finlandia que en América Latina. Cuenca también está muy bien cuidada, con su borde del río completamente limpio y con familias haciendo picnic el 1 de enero, sin ruido. No sé cómo será Guayaquil – la imagino como una Barranquilla de nuevo más ordenada y tranquila.
  • Siguiendo con lados “positivos”, la infraestructura vial, que hace palidecer a la nuestra. Pero eso es muy conocido y no era una novedad para nosotros.
  • Un lado negativo: muchos menos ciclistas que en Colombia, tanto en carreteras como en la ciudad. Extraño que un país tan “organizado”, tan limpio, tan pulcro, no tenga más ciclorrutas, más programas de impulso a la cicla. Uno podría pensar que la topografía de Quito no es muy amigable a la bicicleta (comparando con Bogotá) pero aún así…
  • Otro lado negativo: el “Transmilenio” quiteño (en realidad tres sistemas: ecobus, trolebus y metrobus, según la avenida) parece mucho más destartalado, mucho más vuelto nada que el bogotano. Superficialmente, parece que la división de clases de Quito se refleja ahí: el TM bogotano parece tener mucha más mezcla de gente que lo usa. En Quito esa infraestructura sí parece muy descuidada (y eso que es más nuevo que TM, pero se siente como si fuera 20 o 30 años más vetusto). Ah, pero… ya empezaron a hacer el metroserá subterráneo en la zona centro. De pronto están gastando todo el dinero en ese metro que ya empezaron a cavar.
  • El centro de Quito está mil veces mejor mantenido que el de Bogotá. En Colombia, la única ciudad grande fuera de Cartagena que tiene un centro histórico que debería ser super-cuidado es Bogotá (Medellín prácticamente destruyó por completo su centro histórico, y el de Cali es pequeñísimo). Aunque el centro histórico de Quito es tal vez el doble o el triple de grande que La Candelaria, no hay ninguna razón para que tengamos nuestro centro histórico como está en este momento.
  • La vida cultural es difícil de juzgar en vacaciones y peor en esta época del año. Se siente que hay bastante pero aún así muchísimo menos que en Bogotá, y sobre todo mucho menos alternativa. Pero esa puede ser una impresión superficial. Sospecho que el precio a pagar por tanta tranquilidad es una vida intelectual mucho menos agitada, mucho menos intensa. Un poco como la diferencia entre Boston (Quito) y Nueva York (Bogotá) – una ciudad pequeña pero razonable, la otra grande y caótica pero más intensa e interesante.
  • El urbanismo de varias zonas de Quito impresiona: avenidas muy amplias, edificios de alturas similares, parques, vistas libres – sin esa cosa abigarrada y supremamente desordenada (alturas, anchos de vías) de Bogotá. ¿De dónde les llegó? ¿Cómo iniciaron eso? O más bien… ¿cómo lograron no sucumbir al caos de las demás ciudades latinoamericanas?
  • Cierto autoritarismo, de nuevo difícil de juzgar en este tipo de viaje, parece flotar en el aire. No necesariamente cosa del actual presidente (que poco es mencionado: ni para bien ni para mal – qué contraste con Colombia donde todo el tiempo opinamos en extremos) – parece más algo del aire ecuatoriano. Cierta presencia de la religión católica (“parroquias” en vez de municipios, un detalle de nombre pero que parece extenderse a muchas cosas), incluso en el presidente actual, que es muy “teología de la liberación” (ayudada por el dinero del petróleo… mientas este costaba). Me hizo falta a mí, el bogotano, más protesta visible. Ni un grafiti casi, nada. Pero la historia de las últimas décadas de Ecuador tiene momentos muy problemáticos de persecución – algo que comparte (en horror) con Colombia, Perú, etc.
  • Los contrastes más extremos son obviamente con Venezuela. En un país, el líder fallecido visible por todas partes en afiches y pancartas (y ahora en las peleas de la Asamblea), en el otro, ni una sola foto. No hay afiches de Correa en Ecuador – o no hubo en estas semanas. Alguien podría decir que hay mucha menos presión sobre la gente en Ecuador, donde no se ven esas caras absurdas del anterior gobernante, cuasi-santificado, donde simplemente no se ven caras. Alguien podría contestar que el líder ecuatoriano es infinitamente más inteligente y más sagaz que el anterior líder venezolano, pues ni siquiera necesita estar apareciendo en todas partes… El hecho crudo y simple es que no se ve por ahí. Probablemente ejerce su inmenso poder de otras maneras.
  • Otro contraste inmediato con Venezuela es la cantidad de productos ecuatorianos que parece haber, y la baja cantidad de productos importados. Parecen estar apuntando a la no-dependencia de las importaciones en Ecuador. Mucho menos producto importado que en Colombia, una que otra cosa importada de Colombia, y mucha producción local. El contraste con Venezuela, que logró destruir su propia producción, es abismal.
  • Al estar en un país tan calmado, donde dejan tantas tiendas sin vigilancia (librerías de varios pisos donde parece atender solo una persona abajo y nadie lo persigue a uno – el simple hecho de no sentirse perseguido como en Colombia cuando uno va de compras donde los vendedores no se despegan de uno nunca) visible, le mueve a uno las referencias mucho más que ir a países ruidosos, violentos, desordenados, como Colombia o (más aún) Venezuela: al ver tantos mapas históricos donde “Quito” llegaba hasta Panamá (y cubría Popayán y Pasto, pero incluso parte de Antioquia y buena parte de la Amazonía hasta Tabatinga), al saber que durante una década fueron parte del mismo país – se pregunta uno qué los salvó de ser una provincia del sur, olvidada. Qué fuerza tuvieron para armar su propio país, tan distinto hoy.
  • ¿Será que todo eso es un espejismo actual? ¿Cuál es la verdadera situación de los indígenas? – no oímos casi hablar quechua, es mucho menos presente que en lugares como Áncash – los indígenas hablan en Ecuador siempre español con uno… ¿Qué pasará ahora que el dinero del petróleo se acabe? ¿Están realmente invirtiendo en construcción de país, más allá de la economía del petróleo? (Por lo menos, y muy superficialmente, parece haber muchísima inversión en algunos rubros como vías – pero… ¿qué tal está la educación allá? ¿es Yachay algo más que un proyecto mega sobre el papel? ¿qué tanta vida tiene todo eso más allá del gobierno actual?
  • (Imposible saber qué viene, qué pasará cuando se reemplace el petróleo por otra fuente de energía, qué quedará – yo simplemente reporto que viví una tranquilidad casi impensable, muy inesperada y muy relajante y satisfactoria – alguien podría alegar que Quito se siente en hora pico entre semana como un domingo por la tarde bogotano [la semana pasada ya había colegios en Ecuador – las vacaciones se acabaron el 3 de enero allá, pero aún así se sentía como un fin de semana de puente en Bogotá], y tal vez tendría razón – aún así, Ecuador fue un espejo inmaculado y maravilloso para mirarse la cara en estos días… (país de belleza increíble, sin pancartas casi en las carreteras, casi demasiado bello para nuestro siglo, casi demasiado calmado para nuestro mundo)
  • Todo esto sin hablar de volcanes y caminatas y más maravillas …

(Epílogo: viajar por América del Sur es casi una peregrinación a uno mismo. Es con toda certeza una de las mejores zonas para viajar en el mundo hoy en día, por muchas razones. Y para mí, como suramericano, es una fuente inagotable de riqueza y visiones y felicidad (y cuestionamientos y lugares crudos y momentos dolorosos y recorderis de varios tipos de horror – la feísima Ambato, los durísimos alrededores de Riobamba, también hacen parte de eso. Pero por otro lado, viajar por la Cordillera de los Andes, aquí en Colombia, en Ecuador, Perú, Chile y Argentina [aún no he estado en Bolivia] es de lejos uno de mis mundos preferidos, una de mis acciones favoritas – escuchar erres arrastradas andinas, entonaciones, historias – y descubrir la propia ignorancia, y la sorpresa…)

El espejo donde mirarnos.

Hoy escribió un post Gabriel Padilla en su blog, donde con enorme lucidez responde a un mensaje mío y a una columna de María Jimena Duzán salida ayer – mensaje mío de desesperación ante el resultado triste de las elecciones presidenciales (primera vuelta) en Colombia ayer 25 de mayo, y columna de María Jimena en la que trata de desglosar el “método Uribe” para lograr esos resultados. María Jimena hace una lectura del libro de Hitler (Mi lucha) y – cuidándose de decir que Uribe sea Hitler, María Jimena es más refinada que eso – sí esboza un análisis de los paralelos aterradores entre frases de Hitler y lo que ha terminado haciendo Uribe en Colombia.

Gabriel lleva el análisis a un grado mejor – muestra los paralelos con Goebbels (el “genio de la propaganda” de Hitler, en gran medida co-responsable de ese horror), pero ahonda también en las raíces de la destrucción de la democracia – a manos liadas entre marxismo y fascismo. La generación de masas no pensantes, pero muy actuantes, el uso brutal de slogans en lugar y reemplazo de pensamiento independiente, la birla y burla sistemática de lo que ambos llaman “intelectualismo pequeño-burgués” de casi cualquiera que trate de mantener una posición independiente, se alimentan mutuamente.

Y  héte aquí que, entonces, aparece el fascismo. No aparece por arte de magia. Surge cuando hemos confundido a nuestra propia población votante de tal modo que el 60% de ella se abstiene de participar o deja de importarle el destino de nuestra sociedad. Surge cuando decidimos suicidarnos colectivamente, como las ballenas que encallan en la playa. El fascismo asoma los colmillos el día que nos cansamos de no pensar, por esa desesperanza aprendida que nos han enseñado los Marxistas.

Nos invita, finalmente, a mirarnos con más cuidado en nuestro espejo/Venezuela, en el “hermano país” que se parece a nosotros más de lo que normalmente creemos, y a notar cómo la destrucción de la sociedad civil por parte de políticos (de derecha o izquierda) o de guerrillas estilo las FARC terminó llevando el país (ambos: Venezuela y Colombia) al estado actual de fascismo – y del crecimiento de un monstruo similar en Colombia (monstruo que ya estuvo ocho años en el poder, y si nos descuidamos puede reinstalarse de manera aún peor).

Para decirlo más claro: En Venezuela; la derecha conspiró en contra de la democracia durante décadas. Como respuesta; se alzó un fascismo de corte y discurso izquierdista; pero fascismo al fin. En Colombia; la izquierda extrema (FARC) durante décadas ha mantenido en zozobra y penurias a buena parte de la población, especialmente rural, mientras la izquierda “moderada” torpedea, con su discurso y su forma de actuar (Petro), al mismo sistema democrático. Como respuesta, ya una vez se alzó un fascismo de ultra derecha, mismo que ahora amenaza con alzarse de nuevo.

newsreel

  • (n+1)-ary predicates Q (Qomposition predicates, as John Goodrick wittily calls them) on “affine copies of groups” will haunt me for a long time, it seems…
  • They claim they will “now start” a new study for a subway for Bogotá. I don’t know a single person (in real life) who actually believes we will see a subway in Bogotá in our lifetimes (by subway I mean a real sub-way, under-ground – not the horrors they do in some cities where they build an elevated train and destroy the downtown areas). By the time they will end doing those studies, transportation in the world will have moved to something else altogether.
  • Watching Venezuela crumble almost by-the-hour is a painful activity. What seemed to remain of a dream of decency is now being demolished. Of course, Colombia crumbled also, a long time ago. These countries (where seemingly populations are “among the happiest in the world” if one believes what they claim) seem to hover perpetually between low expectation, high frantic activity that seems to lead nowhere. Brownian motion is a fair description of this part of the world. Occasionally, the odd attractor appears, and brings ever more hovering, ever more false hope, ever more disturbance, like someone who would try to move dust by banging on a table, creating a cloud, until it settles again. Hello, Latin America.
  • Yet we have these wonderful seminars and these enthusiastic students (and people working in cultural activities) all around. If there is any meaning here, it is there (and in the mountains, and in local initiatives of real people, such as amazing Don Benedicto – some other day, his story).
  • As they get older they learn less. Like students who become too old while still being students. They get too quirky. We all get too quirky.
  • The best book by far I have read recently is Lem’s Golem XIV. My earlier posts barely scratch the subject. His vision of Evolution (as making things worse and worse, as descending from creating algae that can do quantum photosynthesis to creating us human beings (who are just mechanical pumps and peristaltic motion machines and really really boring mechanical devices as opposed to wonderful algae), is for me, completely original). I am still recovering from reading the previous ten pages. No book recently has given me so much thought fodder. Not even reading Serre’s paper on Complex Multiplication in the famous Algebraic Number Theory volume (four pages of math that have kept my mind turning for a month now).
  • I can really NOT understand how people can claim that Lem was “an amalgam of some Soviet official thinkers”. If there is someone really non-Soviet (by this I do not mean anti-Soviet, I mean non-Soviet, a much more radical concept, as Taleb teaches us, when warning us about Harvard-Soviet danger), it is good old Stanisław Lem. Soviet (and official communism) is a bit like Christian thinking: scatological and Paradise-driven and… smelling of nuns in a convent. Lem is, if anything, an anarchist, a pure anarchist. Nothing less Soviet than a true anarchist. Anarchism is the state of mind of those who try to run free from slavery, like the Israelites leaving Egypt. Lem is exactly that: a pure anarchist (like Moses when he tried hard), trying to lead us (Israelite slaves) of our oppressive Egypt, unsuccessfully. We the slaves are as silly as the followers of Moses, who start adoring fake idols as soon as he (Lem, or Moses, or the few like them) turn their back on us.
A. Kiefer
A. Kiefer

OJO sobre Bogotá: Susana Carrié

Siempre me ha impresionado el ojo de algunos fotógrafos, la manera como nos pueden hacer ver lo que cruzamos de manera cotidiana como algo distinto, algo lejano, algo más verdadero, algo más uncanny.

La fotógrafa venezolana Susana Carrié nos enseña a los bogotanos a ver nuestra ciudad con un ojo renovado, a través de las brumas, con contrastes curiosos. Ciertas fotos recuperan la imagen “años 40” (de esa Bogotá de antes del bogotazo, la Bogotá de los toldos europeos y el Hotel Granada y los tranvías, que tanto añoraba mi abuela) que aún existe en ciertas esquinas de la ciudad.

Varias series temáticas de Susana Carrié retoman temas a la vez familiares y sorprendentes: “Bogotá gótica” – del especie de gótico que apareció en algunas construcciones de Bogotá alrededor de 1900, series de lluvia y bruma, series de gente hablando por celular.

Uno de los pequeños milagros de los últimos años (para nosotros los bogotanos) ha sido el recibir en las universidades, en muchos ámbitos del sector empresarial, en restaurantes y producción de comida, en el mundo intelectual y artístico, parte de la diáspora venezolana. Aunque las razones para muchos de ellos han sido dolorosas, Bogotá se ha beneficiado de manera increíble con la presencia reciente de tantos caraqueños, tantos venezolanos que han llegado, que disfrutan mucho de las cosas buenas de Bogotá, que nos ayudan a ver un poco más allá de lo que normalmente notamos – en muchos ámbitos distintos.

Algunos de esos venezolanos nos han enseñado a ver lo que hay – tanto desde un punto de vista crítico (nos ayudan a ver defectos fuertes de Colombia – como en el artículo controvertido de Sinar Alvarado hace unos años – certero, doloroso, caricatura pero más real que todo) como desde un punto de vista de empatía fuerte (el blog de mi amigo y colega Gabriel Padilla, caraqueño “de raca mandaca”, es uno de los cantos de amor a Bogotá más sinceros, bellos y profundos que hay – Gabriel me ha enseñado cosas maravillosas sobre Bogotá que yo jamás había visto en mi vida aquí).

Susana Carrié está ahí: enseñándonos a ver esta ciudad con su ojo sorprendente. MUCHAS más fotos espléndidas de Bogotá, por Susana Carrié, en este enlace.

Carrie1
Bicentenario
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El vértice
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Familia con perritos

Una tarde en Chía, con Carlos Di Prisco, Zully Mago, Goyo Mijares y Adriana Rondón. Bellísima energía de Barlovento, de Caracas, de la Sierra de Mérida, aquí en la Sabana de Bogotá.

lecturas, montañas, mar (tangencial)

Este septiembre ha sido un mes de encuentros y reencuentros – lecturas, montañas, mar (tangencial).

  1. Caracas con Carlos y su familia es un lugar encantador. La vista al Ávila desde esa cocina, las botellas, la luz. El queso telita, el casabe, los cuba-libres, el gin-tonic, el sashimi de atún. La pasta preparada con un cariño y un cuidado ejemplares – las historias de inmigrantes de pueblos perdidos del sur de Italia en pueblos perdidos de los Andes merideños, o una abuela de Chía, incluso. Caracas de conversación, de ir y venir entre clases de Ramsey, modelos de Solovay, el mercado de Chacao, el Café Arábica, los andenes (¡aceras!) remozados de Sabanagrande, la Academia de Ciencias, el IVIC perdido en los Altos de Pipe, casi mil metros arriba de la ciudad, con sus bosques de eucaliptos, su biblioteca envidiable. Caracas y la suavidad del hablar de los colegas, de ese mundo italiano de segunda o tercera generación que encuentra uno en medio de esas montañas. Ah – el Ávila. El norte de Caracas es el Ávila – o más precisamente, la cordillera costera con el Ávila, la Silla de Caracas aún más alta, el Naiguatá aún más alto. Montes de 2500 m al lado de la ciudad a 900 m – con el Caribe ahí atrás. Con la Cota Mil (1000 msnm) respetada y sin construcciones más arriba de los mil metros. La presencia del Ávila en Caracas para mí era reto diario, inspiración constante. Todo el tiempo pensaba en los cerros bogotanos, pero no – hay una diferencia de dimensión (relativa) brutal. Los cerros caraqueños – que la delimitan por el norte – son en promedio tres veces más altos que los cerros bogotanos, con respecto a la ciudad.
  2. Empanadas de cazón entre mil sabores más. Saben muy bien esas empanadas del mercado. Maíz frito y un relleno de guisado de cazón (tiburón pequeño) son tal vez las más ricas que probé. Grandes, con sabor a maíz pilao, con el relleno humeante de cazón (preparado con tomate, pimentón, cebolla). Con el queso telita y el casabe, sabores buenísimos que probé en Venezuela. Una noche fuimos al restaurante Palms, de la chef Helena Ibarra. Allá fueron platos mucho más elaborados – muchos basados en recetas de inspiración local de Venezuela, muchos muy buenos.
  3. Montañas y páramos andinos. Lo primero que hice el domingo en Mérida fue arrancar para el páramo a caminar. A encontrar cosas similares (pero distintas), muy similares (pero un poco distintas) de nuestros páramos aquí arriba, de nuestro Suesca y nuestro Chingaza. ¿Para qué me fui a buscar cosas similares en otro país? No sabría decir. Me sentía increíblemente bien allá arriba, en el Páramo de la Culata, metiéndose por uno de los valles de los Andes merideños, encontrando gente chapeada – con pómulos rojos del frío – recogiendo papas criollas, vendiendo pasteles de trucha, en casitas rosado Mérida (una variante del rosado Soacha), entre montañas esas sí distintas en su parte más alta (más afiladas, más “alpinas” tal vez allá en Mérida – tal vez parecidas al Cocuy – con sus cumbres nevadas a 5000 m, justo encima de uno). Necesitaba la caminata medio rápida, el sudar un poco y oler frailejones y la tierra andina de los tres mil y pico metros, el ver los aguiluchos y los chulos (zamuros allá).
  4. No encontré chavistas. Aunque preguntaba (sin mucha esperanza) en los taxis o a la poca gente no académica a ver si alguien salía a decir algo en defensa de Chávez, nadie, nadie salió hablando bien de ese personaje, nadie salió a decir nada que me obligara a mantenerme en calma espera. Los académicos, naturalmente, hacen oposición, y señalan la combinación brutal de ineptitud del actual gobierno – incluso si uno quisiera estar de acuerdo con alguna reforma, la manera tan increíblemente inepta e ignorante con que parecen hacer las cosas simplemente da al traste con todo – y corrupción – toda la plata inmensa se la están robando, se la siguen robando. Con múltiples ejemplos concretos sumamente articulados, ilustraban la letal combinación de esos dos males: ineptitud y corrupción (yo en muchos casos pensaba que en realidad parecían estar hablando de Colombia – mutatis mutandi la raíz de los males es similar, aunque la expresión de éstos sea distinta). Los taxistas, tal vez menos articulados pero más coloridos, simplemente decían indignados que “el país siempre ha sido de los mismos, incluso ahora, y la plata toda se la roban”. Hubo un par de excepciones: en la caminata por el Páramo, me puse a hablar con unos guías, y un amigo de éllos venido de Ciudad Bolívar, la entrada de la Gran Sabana. El amigo de los guías, un muchacho alegre y simpático, decía haber ido recientemente a Cuba y a la feria de Cali (?!?!?) con grupos que envía el gobierno, compuestos por jóvenes familiares de oficiales de ChávezContaba con perfecto desparpajo cómo los envían con gastos pagos a sitios de vacaciones en Cuba o en Colombia o dentro de la misma Venezuela. Al hablar, exhibía una sonrisa feliz, de gente que está en la cumbre de algo, la despreocupación de quienes no requieren angustiarse. Por su dicción, creo que no tuvo una educación básica buena – pero probablemente tampoco tan mala. Cuando le pregunté en concreto qué pensaba del actual gobierno, del futuro de Venezuela, se puso un poco más serio. Me dijo que realmente no pensaba que el país estuviera yendo para ninguna parte, que él veía todo muy mal administrado. Quedé perplejo. No esperaba esa respuesta de alguien que viaja con gastos pagados (mientras la situación económica de tanta gente en las universidades es tan desesperada). Tal vez desencanto es una palabra que resume lo que se siente en Venezuela, entre gente que de pronto hace unos años creía genuinamente que el país iba a cambiar para bien. Y claro, escepticismo enorme y lleno de datos concretos por parte de gente más cuidadosamente educada, más acostumbrada a desconfiar de esos mesías.
  5. La tricotomía de Zilber fue el tema de mi curso. Con veinte horas de clase, es realmente bastante lo que se puede hacer. Me advirtió Carlos que era mejor iniciar sin suponer que la gente supiera teoría de modelos, pero sabiendo que algunos estudiantes muy buenos tomarían el curso. Además los muy buenos saben bastante teoría de conjuntos (y algunos tenían buena geometría algebraica básica) – decidí seguir el reto e iniciar “casi desde cero” modelo-teóricamente hablando, pero ir a buen ritmo. Resultó muy divertido para mí (y espero que para éllos) el minicurso planteado así. Varios estudiantes llegaban con buenas preguntas cada día. Fue una experiencia muy intensa, pero muy gratificante para mí. Enseñar cuatro horas de teoría de modelos, durante cinco días seguidos, no es algo muy trivial. De noche, en las pequeñas horas de la madrugada, me despertaba en el hotel de Mérida pensando algún ejemplo que haría, algo que usaría de la víspera para enganchar temas, algo que sabía en ese momento (antes del amanecer, no antes) que los estudiantes apreciarían y les ayudaría a entender mejor el teorema de Morley, mejor Omisión de Tipos, mejor bifurcación, mejor tricotomía, mejor modelos de Zilber. Pensaba y pensaba – mientras hablaba en las cenas con los colegas de Chile, de Venezuela – mientras cuadrábamos detalles del SLALM en Bogotá, de futuros encuentros en Bogotá o Mérida o Pamplona o… El sábado al amanecer me sorprendí despertándome asustado porque no tenía claro cómo seguir. Claro, al momento recordé que ya había terminado el curso. Después de las horas y horas, sentí que se había pasado en un abrir y cerrar de ojos ese curso, y de hecho me hizo falta el seguir.
  6. La nieve de los Andes estuvo ahí todo el tiempo – el viernes mucha más después del aguacero del jueves sobre Mérida. El bus que nos recogía por la mañana fría subía raudo, atravesaba el Parque Milla (lugar que me hacía sentir en 1991, cuando estuvimos en un hotelito ahí con María Clara – recién habíamos empezado nuestra vida juntos), y enfilaba hacia la ULA, siempre con esos picos nevados ahí al lado derecho. Yo siento que durante esos cinco días volaba todo el tiempo, como algún cóndor perdido allá arriba dando vueltas, como algún aguilucho tal vez más bien. Volaba entre la tricotomía, el curso, el revivir 1991 con intensidad suprema, el hablar con los estudiantes y colegas – los dos Carlos fueron esta vez alumnos míos – yo fui alumno de ambos hace veinte años. Como no había tiempo para descansar (además asistí a buena parte de otro curso de veinte horas, de sistemas dinámicos topológicos – un tema super interesante y lleno de fenómenos de Ramsey) ni para pensar, quedé suspendido en una semi-vigilia que de noche se concretaba en mi pensar, acariciar, incubar los ejemplos del día siguiente – de manera semi-inconsciente, como a la altura de la nieve andina.
  7. Claudio Magris sigue ahí de lectura de cabecera, desde Mérida. Allá fue Otro mar, ahora es Danubio. Entre Trieste, la Patagonia, Ulm y Belgrado.
  8. Bogotá con los visitantes de Ecos-NORD, las charlas de Melleray, el encuentro con Mijares y Padilla, las pseudo-ortogonalidades abstractas, las clases de Fraïssé categóricas, las sutilezas que señala Melleray en las preguntas sobre esqueletos combinatorios en las construcciones topológicas, la química y el mundo.

Demasiados encuentros en este septiembre, tal vez.

La sesión de revuelto música y comida y conversación e historias de vida duró desde las 8 pm hasta las 3.30 am. Tocaron banjo, flauta traversa, flauta barroca, quenas, piano, guitarra. Cantaron reggae, chôros de Brasil, músicas de Venezuela. Tocaron Bach, Satie, etc. Al final, con muchos vinos, cantábamos canciones de Brel mientras Gabriel tocaba (muy bien) el acompañamiento al piano.

3:39 de la mañana

Son las 3:39 am entre jueves y viernes – acabamos de tener una velada realmente maravillosa, repleta de música y buena conversación con Goyo Mijares, Gabriel Padilla y otros amigos. Fue la comida de cierre del evento, pero a la vez fue todo un concierto (banjo, guitarra, flautas, quenas, flauta barroca, piano) con músicas desde Bach hasta Satie, desde reggae hasta Brel, desde Brassens hasta Marley. Realmente fue algo impresionante e increíble. Estar cantando y tocando al piano (Padilla) canciones como Amsterdam o la Chanson de l’Auvergnat, o sencillamente oírlos tocar choros brasileños o canciones en reggae durante un rato fue algo increíble. Una jam-session de primerísima. ¡Qué buenos músicos son!

El encuentro estuvo fabuloso. Nuevas clases de Fraïssé (y de Ramsey) a partir de símplices (Mijares-Padilla), lógica de haces y nuevas construcciones, modelos minimales de Quillen-Sullivan, explicación clara de las construcciones de Gowers que usan teoría de Ramsey para lograr dicotomías en espacios de Banach (hereditariamente indescomponibles versus bases independientes del orden – Maurey), etc. etc. Buena explicación de G-flujos minimales y docilidad y la conexión con teoría de Ramsey (MV Cifuentes), etc. etc. etc.

Fotos… después.

Gego es una de mis artistas favoritas. Venezolana nacida en Hamburgo en los años 10, fue una de esas inmigrantes que abrieron campo en estas zonas del mundo. Con Alejo vimos en la Luis Ángel Arango una gran exposición de Gego, hace unos tres o cuatro años. Recuerdo que recorrimos dos o tres veces, extasiados, las salas (enormes) donde estaba la obra de Gego – mirando el juego sutil de las sombras, comentando, proyectando.

Ahora Gego estará en el MOMA, en una exposición llamada Mind and Matter: Alternative Abstractions, 1940s to Now. Estoy feliz con la idea de ir a ver eso… con mi guía personal de museos y exposiciones de arte contemporáneo – esa guía siempre exigente y dura, pero siempre maravillosa 🙂