He aquí algunos fragmentos tomados «al vuelo» de Los casos del comisario Croce, de Ricardo Piglia.
Me interesa mucho la lógica implícita ahí presente. El diálogo ideal con Borges en algunos de estos. Y por encima de todo, el brutal juego de espejos deductivos, con analogías, presente en la novela. Es también en cierto sentido el testamento literario de Piglia (la escribió justo antes de morir, dejó preparada su publicación póstuma).
«Comparo lo que no entiendo.
La luz de las estrellas no viene del espacio, viene del tiempo.
Ahora, en vez de resolver casos, les pongo música.
No era lo mismo revelar un secreto o encontrar un objeto.
Si estaba obligado a permanecer en el interior del problema, encerrado en sus límites, necesariamente la solución debía estar en una necesidad fáctica exterior, pero no ajena.
Poder decir que alguien tenía -o había visto- esa cinta era el chantaje.
La verdad no estaba aislada, ni quieta. La verdad era variable y comparativa.
“Los entes reales son relaciones”, pensó. “La verdad es la forma de una relación más que su esencia… nos interesa la duración, la mutabilidad; las relaciones internas de la verdad cambian, se mueven.”
El crimen escondía la verdad de la sociedad; era el en-sí del mundo…
“El sentido del mundo es contingente y errático. Hay que enlazarlo.” … No había que analizar las razones, sino los efectos. Las consecuencias que va a tener el acontecimiento al analizarlo y no antes. “No antes”, pensó, “nunca antes.”
Una batalla es, para ser rigurosos, invisible y confusa. La mirada cercana permite atrapar cualquier cosa que escapa a la visión de conjunto y viceversa. Hay que pensar el problema -dijo el historiador- en otra escala, ver la batalla como un torbellino y aislar un momento y detenerse ahí. Es el punto mínimo que condensa el enigma.
De las hipótesis posibles, la verdadera resultó la más sorprendente.
Croce sabía adaptarse al disfraz y podía vivir meses como si fuera otro, más libre…
Convertirse en otro era, entonces, uno de los métodos de deducción del comisario Croce.
‘El crimen perfecto es la utopía del género policial, pero es también su negación. Un crimen tan bien ejecutado que jamás se descubre es el horizonte al que aspiran los textos…’
‘el crimen tiende al silencio, a la huella borrada, y está fuera del lenguaje, mientras que el relato hace hablar a lo que se mantiene oculto, dice de más, devela y delata.’
‘La réplica, el revés, el otro que hace posible el relato del crimen, es por supuesto la víctima. … La lógica de la víctima es la lógica del doble, de la culpa y de la expiación, y en ese sentido esos relatos son un ejemplo del proceso de incertidumbre y de extrañamiento que convierte al perseguido en criminal.’
‘la marca del mundo moderno es, como nos lo enseña la historia argentina, que los inocentes son ejecutados por los aparatos y las organizaciones estatales y que los grandes criminales son los jefes políticos y sus sirvientes.’
‘en la realidad la policía tortura y usa la delación como sistema de inferencia.’
… la feliz conjetura que les había permitido usar la imaginación para solucionar un misterio real.
Croce: … leer detalles mínimos.
Deducción arriesgada. Inferencias hipotéticas. Conclusiones conjeturales.
Pensar con las categorías de su rival.
El destino verdadero de un kantiano es la escuela de policía.
La mente de Croce opera mediante asociaciones. … Participa de lo irracional y por consiguiente es la clase más alta del raciocinio, puesto que Croce no es esclavo de sus propias premisas. Puede recurrir y entregarse a las cadenas asociativas del pensamiento intuitivo, esa red milagrosa de símiles que el resto de nosotros hemos recubierto con el macilento vendaje enyesado del pensamiento consciente y racional. Por eso Croce es mucho más sofisticado en la resolución de cuestiones intrincadas, precisamente porque está mucho más próximo a los orígenes del ser de las cosas.
Saber antes de actuar.
La índole del objeto de examen debe dictar la índole de las pesquisas.
Hay que demostrar que las aparentes imposibilidades cruciales son posibles.
El arte del desciframiento es tan complicado, tan irregular, que apenas puede seguírsele llamando desciframiento. Yo propongo llamarlo el arte de la adivinación.
Nadie es dueño de sus pensamientos. No existe algo como las ideas propias, pensar es apropiado o no es apropiado. El pensar no tiene nada que ver con la propiedad privada, concluyó.
De no existir la ley, ¿vivirías del mismo modo?
Las apariencias no engañan, son la base de mi trabajo, dijo Croce.
Yo busco lo igual. El parecido en la superficie. El modo en que aparece y se manifiesta en lo similar y en lo que se repite, lo cierto.
El crimen es cuestión de diagnóstico. ¿Qué es un diagnóstico? He ahí la cuestión.
La condición de todo comportamiento criminal es la inacción. Moverse poco, la lógica del menor esfuerzo es la base de la actitud delictiva.
El vigilante, el que vigila, ¿qué?, o mejor, ¿a quién?
Hay que distinguir entre el ver y el decir, afirmó Croce. Son modos distintos de acceder a la verdad, dos regímenes de conocimiento.
Luego tengo que decir lo que he visto.
Gana el que puede correr más despacio y el que alcanza último la meta. Hay que llegar tarde, concluyó Croce.
Cualquier chichipío kantiano debe mojarse las patas antes de deducir las categorías trascendentales del pensar.»
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